
01 Jun Fracasos que llevan al éxito
¿Has fracasado a la hora de emprender? ¿sabes que no eres el único?
Es algo mucho más habitual de lo que imaginas, si no has oído hablar más de ello es porque es algo que cuesta compartir, momentos que duelen; pero esto no quita que sea una realidad. Tras ellos hay un aprendizaje incalculable que en muchos casos no se podría alcanzar, ni asistiendo al mejor de los máster. Está es la razón del título de este artículo “Fracasos que llevan al éxito“
Hoy quiero hablarte de los míos, de mis fracasos o errores, porque yo aprendí con ellos y evolucioné. Si te sirven a ti también habrán valido la pena, todavía más. Porque de ellos se aprende, siempre.
Fracasar duele, y quien te diga lo contrario no lo ha sentido en su propia piel.
Una decepción daña el ego y puede hacer estallar por los aires la ilusión de un emprendimiento. Aprender a gestionar la frustración y salir adelante es parte del proceso de la clase de personas que marcan la diferencia.
Fracasos que llevan al éxito
¿Qué significa fracasar en un emprendimiento? ¿Cómo definimos el fracaso?
La pérdida de capital por un negocio fallido puede considerarse una frustración, sin embargo la experiencia adquirida, la capacidad de superar la adversidad y las nuevas ideas capitalizadas a partir de un traspié representan un valor que no aparece en los balances.
La evolución de la humanidad está marcada por personas con iniciativa que arriesgan por una idea, o ideales, todo su capital e incluso su propia vida. Ese motor de los inquietos nos ha dejado un sinfín de soluciones que llevamos tan incorporadas en el día a día que nos pasan desapercibidas y nos parecen incluso obvias.
¿Cómo hubiésemos avanzado como sociedad sin un arriesgado Franklin y su cometa en sus experimentos sobre electricidad? ¿Qué sería de nosotros sin un Tesla, Marconi, Edison, una Marie Curie… ?
Gracias a esos miles de personas anónimas y anónimos hay un avance. Les debemos un legado en salud, educación, tecnología, economía… lo que define nuestra sociedad.
Pero en nuestra sociedad sólo se reconoce el éxito, no los fracasos que llevan al éxito.
Entonces ¿qué define el éxito de un negocio?
Lo que está claro es que no llega por casualidad, a nadie; salvo alguna pequeña excepción.
Considero que un resultado exitoso depende de factores múltiples como serían una buena preparación, el saber detectar las oportunidades, ser constante, rodearte de gente talentosa, conocer cómo vender -en el sentido amplio- el producto o servicio, hallarte en el lugar y tiempo determinado y… un poco de suerte.
Me fue mal y ¿ahora qué?
Has tenido iniciativa, te has arriesgado y has puesto toda tu energía, y al final el proyecto se ha malogrado.
¿Ahora qué? A veces el fracaso es pequeño y otras se te obliga a abandonar.
A la capacidad de tolerar los traumas y recuperarse de ellos se la denomina resilencia desde que el neurólogo Boris Cyrulnik lo popularizó. Es la manera que tienen los seres humanos de superar la adversidad e incluso salir fortalecidos de ella cuando se someten a sus efectos y consecuencias.
Una herramienta que todos disponemos y que podemos mejorar, que ayuda a reducir la ansiedad, la depresión y problemas de conducta.
Afortunadamente, la visión negativa asociada al fracaso está cambiando a una velocidad vertiginosa. En Estados Unidos, por ejemplo, representa un valor contar con algún fracaso que incluir en el currículum. Significa iniciativa, actitud, aprendizaje, pasión, convicción.
¿Acaso no querrías contar en tu empresa con alguien así?
Incluso se ha popularizado un evento internacional, en el que he tenido el placer de participar, denominado Fuckup Nights donde tres emprendedores comparten de manera amena y distendida los fracasos con la audiencia con el fin de transmitir un aprendizaje. Una iniciativa muy creativa que facilita el proceso de romper el tabú del error y eliminar el miedo a equivocarse. Todos creen que hay fracasos que no son inútiles, los llamados fracasos que llevan al éxito.
Esto no quiere decir que seamos emprendedores temerarios ante la primera idea que se nos cruza por la mente, pero sí que estemos abiertos a aceptar desafíos y a asumir riesgos camino al éxito.
“Todo el beneficio de esta empresa será para ti. Si fracasas, el aprendizaje también será para ti”
Las finanzas me apasionan desde que tengo memoria. Tanto es así que ya a los 12 años llevaba la contabilidad del negocio familiar dedicado a la restauración. Por supuesto que por aquel entonces no lo hacía sola, contaba con el apoyo y la confianza de mis seres queridos, pero me desenvolvía bien. Estas experiencias, aunque soy consciente que no son muy comunes, cuando se dan, marcan la personalidad, imprimen una impronta de independencia y refuerzan el sentido de responsabilidad. Sin duda, como puedes imaginarte, este hecho tuvo una influencia trascendental en mi vida.
Las recompensas por el esfuerzo no se hicieron esperar. Disponer de mi propio dinero me permitió ahorrar y adquirir una minicadena musical, en tiempos actuales equiparable a comprar el último modelo de móvil ¡Con tus propios ahorros!
Ya con 15 años abrí un café gracias al aporte de mi business angels particular: mi padre. Su consejo fue una de las enseñanzas más grandes que recuerdo: “Todo el beneficio de esta empresa será para ti. Si fracasas, el aprendizaje también será para ti”. Ese café representó mi primer fracaso empresarial y claro, vino acompañado de sensación de frustración, incapacidad y dolor.
La vida sigue y con ella nuevas iniciativas. A los 19 años invertí en el negocio de distribución de un producto. Sin ninguna estrategia no pudo pasar otra cosa que un fracaso, mi segundo error empresarial. Intento recordar qué producto era, aunque sin éxito. Memoria selectiva dicen.
Si hoy veo en retrospectiva estos “fracasos” ya no los veo como algo negativo, sino un paso necesario en la formación de una persona, desde lo personal a lo empresarial.
Ya en la universidad llegó un nuevo intento. Pensé ¿por qué no vender bolsos a un mercado concentrado de jóvenes estudiantes? Así lo hice y es verdad que obtuve un extra, aunque no lo sentí como un negocio de verdad.
Entre nosotros, tras mis iniciativas fallidas de adolescente, no tuve en aquella oportunidad valor para arriesgar. Tal es así que mi tercer intento emprendedor fue 14 años más tarde.
A los 34 años adquirí una franquicia. Sin conocimiento del producto ni la pasión para llevarlo adelante el resultado no podía ser otro que un fracaso y una deuda. Sí, has leído bien, deuda. En casa de herrero cuchillo de palo, para entrar en el negocio acepté un préstamo.
Las enseñanzas de estas iniciativas son claras hoy: Sin implicación no llegas al éxito.
– Todo negocio reclama tu atención al cien por cien, debes ser paciente y saber planificar.
– Sin una buena estrategia por detrás es poco probable un resultado positivo.
– Los fracasos son frustrantes, duelen, pero te convierten en una persona más fuerte.
Hoy lo agradezco.
¡Fracasados triunfadores!
Me fascinan las historias de decepciones empresariales que terminan en éxito. He seleccionado algunos ejemplos significativos de fracasos que llevan al éxito.
Toyota dejó escapar a Honda
Cuando Soichiro Honda se ofreció para trabajar en Toyota aportando el diseño de un pistón en el que había invertido todo su capital y esfuerzo, ésta lo rechazó alegando el incumplimiento de los estándares de calidad. Soichiro no se rindió, trabajó y adaptó su ingenio a lo que la sociedad de posguerra necesitaba para crecer: empezó a fabricar motocicletas.
Sir James Dyson, el convencido
Hoy es sinónimo de aspiración de máxima calidad. Su camino no fue de rosas.
Tras haber sido rechazado su invento por otros fabricantes con experiencia en el mercado, decidió crear su propia marca. Eso no es todo, invirtió los ahorros de más de 15 años y necesitó de ¡5126 prototipos fallidos! Hoy es líder en su sector.
Harry Potter y su negocio mágico
J.K Rowling creó la historia mientras esperaba el tren que la llevaba a su trabajo. Era madre soltera con problemas económicos y depresión. Presentó la idea a la editoriales pero se topó con el rechazo constante a su obra hasta que Bloomsbury Children’s Books confió en su trabajo. El resto de la historia la conocemos todos.
La vida es un proceso de aprendizaje y el éxito no dura para siempre.
Cuando consigas un logro empresarial recuerda que, así como un buen negocio no nos convierte en exitosos, un revés tampoco nos transforma en fracasados. Siguen intentándolo.
¿Aún no has fracasado? Quizá no estés llevando adelante todas tus ideas.